Sobre CRÓNICA DE MEDIOCRES

Lo he llamado Crónica de Mediocres porque creo que la mediocridad es una de las palabras que mejor definen el momento en el que vivimos. La vida pasa deprisa, las oportunidades también y entre ambas dos no hay tiempo para mejorar nada, es más, lo mejor penaliza, no se compra, la calidad se desprecia.

He elegido esta foto porque de alguna forma refleja lo antedicho, primero porque está algo borrosa, no se ve con claridad, y segundo porque para mi, esa araña es la representación de la mediocridad y su tela es el entramado en el que los mediocres caerán, caeremos, y desde la cual impedirá que escapemos, sólo unos pocos conseguirán salir, seamos nosotros.

Espero que os guste y para hacerlo más atractivo, podéis dejar vuestros comentarios picando en el título de cada entrada.

domingo, 7 de junio de 2015

Crónica de Mediocres 77


 
Privatizaciones

Voy a ver si con pocas palabras soy capaz de explicar mi visión acerca de esto que está tan de moda y que ha sido bautizado con el nombre de privatizaciones (otros lo llaman externalización y otros gestión privada, quizás esta última sea la más perversa de todas las denominaciones).

Según la RAE, privatizar es “Transferir una empresa o actividad pública al sector privado”, estoy totalmente de acuerdo, faltaría más, quien soy yo para discrepar con nuestros académicos.

Si vamos al origen de cómo pueden llegar a generarse las privatizaciones, vemos que en primer lugar surge una necesidad, esta necesidad por lo general es asistencial, en el más amplio sentido de la palabra, es decir, la sociedad precisa, para su correcto desarrollo, mejorar su salud, su educación, disponer de agua corriente, tener capacidad de comunicación, desplazarse, recogida de basuras, limpieza viaria, organizar la vida común, etc. Estos servicios inicialmente, aunque se financian con impuestos y tasas, son deficitarios y ante la falta de atención de la iniciativa privada, son las propias administraciones las que sienten la necesidad de ayudar a sus ciudadanos facilitándoles el acceso a aquello que, por el momento, sólo puede ser costeado por personas con un poder adquisitivo alto, o al menos medio alto.

Pasado un tiempo, los servicios que en su origen llegaban a un determinado porcentaje de la población, se extienden a la mayoría de la ciudadanía obligándola, sin excusa, a utilizar y pagar los servicios que las administraciones ofrecen, hasta aquí todo bien, lógico y necesario.

Con el tiempo, los servicios públicos llegan a superar en calidad a los de la oferta privada y esto con unos costes para el beneficiario más asequibles; nótese que en la gestión pública el ánimo de lucro desaparece y la ventaja económica sobre la actual avaricia del sector privado  es palmaria. Sólo un par de ejemplos:

1.    El conocimiento y desarrollo de los alumnos que asisten a colegios privados (incluyendo a los concertados) con respecto a los de los centros cien por cien públicos, siempre dentro de una misma calificación, inclinan por lo general, la balanza a favor de la enseñanza pública.
2.    Asistencia sanitaria, la mayoría de los usuarios, ante problemas serios de salud, y a pesar de que los tiempos de atención son supuestamente peores, se inclinan por ser tratados por la sanidad pública. Es bien conocido también, que la propia sanidad pública enmienda un elevado número de errores y malas prácticas de la medicina privada, en esta última el beneficio económico es el fin, mientras que para los profesionales dedicados a la medicina pública, se antepone la salud al lucro. En cuanto a protocolos de actuación, la sanidad privada es más laxa y en ocasiones el usuario ve como ineficiente un sistema, el público, que ante un determinado acto médico, duplica o triplica en tiempo al de la iniciativa privada, son pocas personas las que son conscientes de que en esa mayor dedicación se está rebajando el riesgo para la vida o la calidad del vida del propio paciente.

Una vez que la necesidad está cubierta y que el beneficio se extiende a un alto porcentaje de la población, llega el momento en el que los iluminados, políticos y empresarios, toman conciencia de la gran cantidad de dinero que se mueve a través de los servicios públicos. Este es el perverso momento durante el cual comienza a fraguarse la disolución de lo público, entregándolo a grupos de especuladores, que se dejan engañar por políticos poco responsables, para obtener contratos mediante los cuales, con unos mínimos y bien calculados riesgos, hacer caja, en otras palabras, llenarse los bolsillos con el dinero, mal gestionado por los políticos, de los impuestos de los ciudadanos.

Así surgen las privatizaciones, un sencillo modelo para ganar dinero siempre que exista un político con encefalograma semi plano, que se deje comer la oreja con cantos de sirenas.

Para que finalizar, destacar que hay otras modalidades de contratación de empresas por parte de las administraciones, mediante las cuales y por un justo beneficio, ambas partes, administraciones y empresas, mejoran los servicios que recibirán los ciudadanos, pero ya no estaríamos hablando de privatizaciones.

JC.

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